Investigador de la Fauba se juega entero para denunciar desastre triguero: “Sólo falta una decisión política para que se vuelvan a introducir las gramíneas en la rotación”
Se trata del especialista en cereales Daniel Miralles.
Daniel Miralles, profesor asociado de la cátedra de Cerealicultura de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), indicó que se necesitan medidas urgentes para evitar –por segundo año consecutivo– un área de siembra bajísima del cereal.
No dijo nada nuevo. Lo novedoso es la valentía demostrada por el profesional para solicitar cambios al gobierno nacional desde un cargo público.
«El cepo a la comercialización a través de los cupos de exportación para el trigo argentino impuesto por el Estado, determina que el productor no pueda vender libremente a un precio internacional. Los cupos a las exportaciones desalientan la siembra porque el agricultor se encuentra con una sensación de incertidumbre, debido a que no sabe si va a poder comercializar sus granos una vez que los coseche», afirmó Miralles por medio de un comunicado difundido hoy.
Según Miralles, la política comercial asociada al trigo, así como la baja en el área de siembra, genera consecuencias negativas desde los económico y ambiental. “Estamos perdiendo mercados internacionales, principalmente Brasil, que era nuestro principal comprador. Además, desde lo técnico, al salir las gramíneas del sistema agrícola, se pierde el volumen de rastrojos en la rotación y el aporte del carbono que sostiene la fertilidad de los suelos y el potencial de los cultivos”, alertó.
El investigador de la Fauba advirtió que la caída en la siembra de gramíneas, que viene sucediendo desde 2006 (año de inicio de la intervención triguera), provoca un impacto negativo sobre los rendimientos del cultivo de soja y promueve la aparición de nuevas malezas (cuyo control se realizaba naturalmente con las gramíneas o con herbicidas de amplio espectro y que hoy se lleva a cabo con agroquímicos más agresivos, ya que se están volviendo a usar las mezclas de herbicidas que se utilizaban en las décadas del 70 y 80).
“Desde el punto de vista técnico, la disminución de los cultivos invernales fue uno de los mayores golpes negativos en los sistemas productivos agrícolas argentinos de los últimos años. Hoy estamos tomando conciencia del impacto. Aún estamos a tiempo de revertir daños mayores en los sistemas de producción, si se promueven políticas agrícolas que aseguren la sustentabilidad”, aseguró.
“El productor argentino tiene mucha experiencia en trigo. Es un cultivo tradicional y podría revertir la situación actual muy rápidamente. Sólo falta una decisión política para que se vuelvan a introducir las gramíneas en la rotación”, concluyó Miralles.