El bloqueo europeo es lo de menos: el gobierno redujo a casi nada la participación de las grandes industrias en el cupo interno de biodiesel
La medida equivale a quitarle el respirador artificial al sector.
Las autoridades europeas –tal como se esperaba– bloquearán de manera definitiva el ingreso de biodiesel argentino a partir de diciembre. Eso no es ninguna sorpresa. Lo llamativo es que el gobierno argentino está instrumentando medidas orientadas a liquidar una industria creada por impulso de la misma gestión kirchnerista.
En abril pasado las autoridades de la Secretaría de Energía –controlada por Julio de Vido– instrumentaron un plan para incrementar el corte interno de biodiesel con gasoil de manera tal de compensar las pérdidas que las compañías exportadoras del biocombustible comenzaron a registrar por el bloqueo comercial europeo.
El objetivo era que en junio de 2013 el cupo llegara a representar casi 100.000 toneladas de biodiesel. Pero el programa fue desarmado por un sector del gobierno integrado por Guillermo Moreno y Axel Kicillof –enfrentados con De Vido– quienes dispusieron que en julio el corte de biodiesel se reduzca a menos de 80.000 toneladas mensuales.
El desarme del programa de corte –que ya se había aplicado el año pasado con mucho éxito– está en línea con la política promovida por las compañías que integran la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), las cuales se vienen oponiendo a un corte de biodiesel superior al 7,0%.
La reducción del cupo interno de biodiesel que comenzó a regir desde el tercer trimestre de este año se aplicó –por orden directa de Moreno– en las grandes compañías exportadores de biodiesel, las cuales, por una cuestión de escala, producen biocombustible a un costo inferior al de las pequeñas y medianas empresas del sector.
La única gran empresa que zafó del recorte es Viluco –controlada por el Grupo Lucci– la cual, al estar localizada en Santiago del Estero, pudo sortear el plan terminator de Moreno gracias a la gestión del gobernador Gerardo Zamora (ultra-alineado con el kirchnerismo).
La participación de las grandes empresas –con excepción de la muy bien contactada Viluco– en el cupo interno de biodiesel pasó de 16.097 toneladas en julio (20% del total) a 6550 toneladas previstas para diciemvre próximo (apenas un 8,3% del cupo). Es decir: casi nada (ver cuadro).
El incremento de la participación de las Pymes en el corte de gasoil con biodiesel implica un encarecimiento de los costos de producción de las compañías petroleras, las cuales, al comprar biodiesel a las medianas y pequeñas empresas del sector, deben pagar un precio entre 18% y 20% superior al correspondiente al biodiesel entregado por las grandes empresas.
El hecho es que todo el biodiesel elaborado en el país –sin importar de dónde provenga– podría destinarse al mercado interno para evitar que se siga agravando la sangría de divisas generara por el creciente déficit energético.
No es un dato anecdótico que todas las grandes industrias de biodiesel están localizadas en Santa Fe, una provincia que, si bien es estratégica al contar con terminales portuarias enormes y tener pleno acceso a la materia prima (soja), tiene la desventaja de estar gobernada por Antonio Bonfatti, un socialista que, además de no estar alineado con el kirchnerismo, aún no terminó de entender la importancia del complejo oleaginoso en la economía local.
Las grandes empresas elaboradoras de biodiesel –tanto integradas como no integradas con fábricas aceiteras– tienen actualmente una capacidad instalada anual del orden de 3,60 millones de toneladas, según datos de la Asociación Argentina de Biocombustibles.