Se repite la historia: los dólares que el gobierno argentino busca en el complejo sojero son los que faltan por el desastre cerealero
Consecuencias generadas por los desincentivos en trigo y cebada.
A comienzos de este año estaba claro que, cuando se agotasen las divisas generadas por el complejo sojero, las autoridades económicas tendrÃan que contar con una fuente alternativa de dólares para contener presiones cambiarias.
La única manera de lograr eso –sin inversiones externas ni refinanciación de deudas en los mercados internacionales– era promover una súper siembra de cereales de invierno por medio de la eliminación de los derechos de exportación vigentes sobre el trigo (23%) y la cebada (20%).
No hacÃa ni siquiera falta leer los diarios para saber que, en caso de que eso no ocurriese, las autoridades económicas volverÃan a apretar a los representantes de las compañÃas exportadoras de commodities agrÃcolas para que liquidasen una mayor cantidad de divisas (que ya no son tan fáciles de conseguir vÃa créditos de prefinanciación de exportaciones luego del default argentino versión 2014).
Con los valores FOB actuales, los derechos aplicados sobre un cupo probable de exportación de trigo y cebada forrajera 2014/15 de 4,0 y 3,0 millones de toneladas, respectivamente, serÃan del orden de 360 millones de dólares.
Resignar esa cifra hubiese implicado al menos una producción adicional de 4,0 y 1,5 millones de toneladas de trigo y cebada, los cuales habrÃan permitido disponer –con los valores FOB actuales– de un ingreso de divisas superior a 1300 millones de dólares.
Gracias a la invención del doble cultivo, una mayor producción de cereales no hubiese representado abandonar a la soja, cuyas siembras de segunda, si bien (no siempre) suelen generar cosechas de menor porte que las sembradas en la primera fecha, también suelen tener un mayor nivel proteico (factor de mercado cada vez más importante en la actual coyuntura).
En los últimos dÃas el ministro de EconomÃa Axel Kicillof y colaboradores iniciaron una serie de reuniones maratónicas con directivos de compañÃas exportadoras cuyo único propósito es exigir que, de alguna manera, aparezcan las divisas del poroto, la harina y el aceite de soja 2013/14 que aún falta comercializar. No es el mejor momento: los precios internacionales de la soja se derrumbaron. Y las probabilidades de que se recuperen no son inmediatas.
Tal como sucedió a comienzos de este año, la desesperación de los funcionarios que gestionan la economÃa puede medirse por la aparición de diferentes versiones que hablan de la creación de una junta, instituto u organismo regulador del comercio de granos y productos agrÃcolas.
Ezequiel Tambornini