Los clientes de las empresas fabricantes de maquinaria e implementos agrÃcolas se están muriendo. Muchos perdieron dinero en la campaña pasada. Y los números proyectados del ciclo 2015/16 son negativos en la mayor parte de las zonas productivas.
Parte de la solución de ese problema es tan obvio que hasta da vergüenza mencionarlo: eliminar los derechos de exportación y las restricciones vigentes sobre el comercio exterior de commodities agrÃcolas.
Los representantes de las 172 empresas que integran la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria AgrÃcola (Cafma) creen que la mejor manera de reactivar la demanda es lanzar un crédito oficial con una tasa subsidiada inferior al 10% anual. Al menos eso es lo que solicitaron al ministro de EconomÃa Axel Kicillof, según indica un artÃculo publicado hoy en La Nación.
No parece interesarles que el moribundo se recupere para gozar de buena salud: se contentan con conectarlo a un respirador artificial para ir tirando un tiempo más. Semejante gesto de solidaridad deberÃa ser la base de una nueva entidad que emule a las cadenas de valor productivas (podrÃa denominarse ArgenMaq, Maquinar o AcFierros).
Un crédito oficial con una tasa de interés real negativa sólo fomentarÃa las compras oportunistas de maquinaria ensamblada en territorio argentino –fundamentalmente tractores– al tratarse de bienes cuasi dolarizados integrados mayormente por piezas importadas (y eso es justamente lo que las autoridades de la BCRA intentaron evitar un par de meses atrás). Pero las ventas de sembradoras seguirÃan en el subsuelo con o sin crédito.
“El crédito irÃa enfocado fundamentalmente al contratista. Queremos que el contratista compre porque se está parando el sector de maquinaria agrÃcolaâ€, asegura el presidente de Cafma Marcelo Valfiorani. Se trata de un plan perfecto. El único inconveniente es que el cliente del contratista es (adivinen). SÃ. Respuesta correcta: el productor agropecuario. Todos están en el mismo barco: creer que alguno se va a salvar solo, a esta altura del partido, es una ingenuidad (en el mejor de los casos).
Mantener una presión tributaria récord en un contexto internacional de bajos precios internacionales de los granos implica promover el cierre de miles de empresas agropecuarias, incrementar la oferta de tierras productivas en venta y facilitar el acceso a las mismas –sin la molesta interferencia de extranjeros gracias a la Ley 26.737– de aquellas familias que en los últimos años lograron acumular cantidades gigantescas de dinero.
Ezequiel Tambornini