La campaña comercial de maÃz pisingallo argentino arrancó con exportaciones 85% superiores a las del año pasado
Medidas en volumen. El FOB promedio es similar al de abril de 2015.
La caÃda del precio de exportación del maÃz pisingallo argentino se detuvo a partir de la menor oferta exportable generada por las crecientes exigencias implementadas por la autoridad sanitaria local. Pero siguen siendo bajÃsimos en términos históricos.
En abril pasado –primer mes del ciclo comercial 2015/16– las exportaciones argentinas declaradas de maÃz pisingallo a granel fueron de 23.879 toneladas a un valor promedio ponderado de 421 u$s/tonelada. En el mismo mes de 2015 se habÃan registrado 12.920 toneladas a un valor promedio de 433 u$s/tonelada (ver gráfico).
De las 23.879 toneladas registradas el mes pasado, un 1.5% se declaró con valor FOB superiores a 600 u$s/tonelada (con un máximo de 750 u$s/tonelada correspondiente a una colocación de 78 toneladas en EE.UU.), mientras que un 5.5% se declaró con valores de 500 a 599 u$s/tonelada, un 62% de 400 a 499 u$s/tonelada y el 31% restante con valores inferiores a 399 u$s/tonelada.
Los principales compradores el mes pasado fueron Egipto (con el 16.1% del volumen total declarado en el perÃodo), seguido por Marruecos (6.6%), Colombia (6.1%), República Dominicana (5.7%), Filipinas (5.5%), Argelia (5.2%), Brasil (4.4%) y México (3.0%), entre otros mercados.
A partir del presente mes de mayo de 2016 las autoridades del Senasa implementarán un “sistema de control de calidad de maÃz pisingallo con destino a exportación†para asegurar la calidad del producto. La medida –según lo dispuesto por la resolución 517/15 del Senasa– se tomó porque “en los últimos años se han recibido reclamos por parte de las autoridades comunitarias (europeas) con relación a la presencia de eventos transgénicos no autorizados para la comercialización de estos productos y de contaminantes en cantidades superiores a los lÃmites establecidosâ€.
Las nuevas exigencias incluyen establecer un protocolo y métodos de control de organismos genéticamente modificados (OGM), micotoxinas, metales pesados y pesticidas; disponer de un sistema de trazabilidad que permita rastrear la partida desde el origen de la semilla y definir un profesional responsable de calidad, entre otros aspectos.