Argentina granero del mundo: las divisas generadas por las exportaciones de alimentos son poco significativas
En función de la capacidad potencial del país.
Volvió con fuerza el eslógan “Argentina supermercado del mundo”. Como mantra aspiracional está muy bien. Pero los datos muestran que la nación sudamericana sigue siendo básicamente un proveedor de materias primas agrícolas.
En el primer semestre el ingreso neto de divisas (cobros por exportaciones – pagos por importaciones – utilidades giradas al exterior) generado por los sectores “oleaginosos y cereales” y “otras actividades primarias” fue de 20.802 millones de dólares (M/u$s). La mayor parte de ese monto está representado por exportaciones de cereales, harina, aceite y poroto de soja.
En segundo lugar se ubicó el sector “alimentos y bebidas” con 2261 M/u$s netos ingresados en los primeros seis meses de ese año. Y el tercer lugar del ranking fue para el sector minero con divisas netas ingresadas por 1343 M/u$s. Los datos corresponden al último Balance Cambiario publicado por el Banco Central de la República Argentina (ver gráfico).
Los demás grandes sectores de la economía argentina consumen muchísimos más dólares de los que generan y son “subsidiados”, en términos cambiarios, por el sector agroindustrial.
El campeón del consumo de divisas es el sector automotriz, el cual necesitó más de 3200 M/u$s en el primer semestre de este año, seguido por la industria química con 2072 M/u$s. Las divisas aportadas por la agroindustrias también son esenciales para poder abastecerse de recursos energéticos en el exterior.
“Hay que crecer cada día más, pero no alcanza con producir más materias primas; tenemos que asumir el desafío de dejar de ser el granero del mundo para pasar a ser el supermercado del mundo”, sostuvo Macri durante el discurso ofrecido la semana pasada al inaugurar la edición 2016 de la Expo Rural de Palermo.
Pero para que eso ocurra, las divisas generadas por las ventas de alimentos y bebidas deberían ser equivalentes a las exportaciones de commodities agrícolas. El camino para llegar a ese objetivo es bastante extenso: requiere baja presión impositiva, simplificación burocrática, infraestructura adecuada, redes de contención para sectores primarios considerados estratégicos, tipo de cambio competitivo, un plan profesional de marketing y acceso a mercados a través de Tratados de Libre Comercio (TLC) negociados con naciones y regiones que sean grandes importadoras de alimentos.