Agenda agroindustrial argentina: las uvas fueron el premio consuelo para no regresar de China con las manos vacías
El gobierno chino exige que se inicien las obras comprometidas en la provincia de Santa Cruz.
Argentina participa este año en el Salón Internacional de la Alimentación SIAL China como invitado de honor. La exposición coincidió con la visita oficial del presidente Mauricio Macri a la nación asiática. Parecía ser el momento ideal para negociar cuestiones clave de la agenda bilateral agroindustrial. Pero no.
De los 21 acuerdos firmados esta semana por la comitiva argentina con pares chinos, apenas uno correspondió a la agenda agroindustrial. Se trata del protocolo de requisitos fitosanitarios para la exportación de uvas de mesa necesario para poder concretar envíos de esa fruta al mercado asiático. No se pudo lograr una definición en lo que respecta a cerezas.
El interés argentino en esas tres frutas no es casual. Chile –que tiene un Tratado de Libre Comercio con China y puede exportar alimentos a ese mercado sin restricciones arancelarias ni burocráticas– en 2016 exportó 95.528 toneladas de cerezas por 648 millones de dólares, 123.194 toneladas de uvas por 198 M/u$s y 11.301 toneladas de arándanos por 75 M/u$s, según datos oficiales (Direcon). Se trata de cifras siderales para las comunidades en las cuales se producen esos alimentos.
Otra gran apuesta argentina era lograr alguna definición en la habilitación de ingreso de carne vacuna con hueso y cortes enfriados de alto valor, además de ampliar la cantidad de plantas frigoríficas autorizadas a exportar a ese mercado (que es de apenas 14 habilitadas, mientras que, por ejemplo, Uruguay tiene 20). Pero tampoco se pudo avanzar en ese tema.
Las máximas autoridades chinas condicionaron cualquier avance en ese sentido con la habilitación de las obras de las represas santacruceñas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner. La cosmovisión china –a diferencia de la latina– no concibe que una política de Estado pueda cambiar con el gobierno de turno. Consideran que todo compromiso firmado debe ser asumido, a menos, claro, que se esté dispuesto a aceptar las consecuencias de no hacerlo.
Los proyectos de las represas santacruceñas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner habían sido asignadas por Cristina Fernández de Kirchner a un consorcio integrado por la corporación china Gezhouba Group Company y las empresas argentinas Hidrocuyo y Electroingeniería (esta última integrada por kirchneristas). El proyecto además es financiado por China Development Bank Corporation, Industrial and Commercial Bank of China y Bank of China.
Pero Macri, ni bien asumió la presidencia en diciembre pasado, ordenó detener las obras para evaluar el costo de oportunidad y el impacto ambiental de las mismas. El gobierno chino, a modo de represalia, decidió entonces bloquear el ingreso de aceite de soja de origen argentino.
De todas maneras, en el nuevo escenario, ahora el gobierno argentino está trabajando para reiniciar las obras santacruceñas cuanto antes. “Esperamos que la Justicia dé el visto bueno para poder arrancar la obra cuando termine el invierno (septiembre de 2017)”, aseguró ayer Macri en referencia a la suspensión de las obras decidida a fines del año pasado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir de una acción de amparo ambiental promovida por la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas de la Patagonia y la Fundación Banco de Bosques para el Manejo Sustentable de los Recursos Naturales.
Foto. Stand del IPCVA en SIAL China 2017