El déficit turístico alcanzó un récord de 4735 M/u$s: la fábrica de embajadores de productos argentinos aún trabaja a media máquina
Se trata de una cifra 35% a la registrada en enero-mayo de 2016.
La progresiva apreciación del tipo de cambio sigue operando como un subsidio turístico indirecto que impulsa a los argentinos con mayor poder adquisitivo a viajar al exterior.
En los primeros cinco meses de este año se registraron salidas de divisas por 4844 y 742 M/u$s en concepto de los rubros “turismo y viajes” y “servicios de transporte de pasajeros” respectivamente, mientras que el ingreso de divisas por esos mismos conceptos fue de apenas 840 y 11 M/u$s, según los últimos datos del Mercado Único y Libre de Cambios publicados por el Banco Central (BCRA).
Es decir: en enero-mayo la balanza cambiaria del sector turístico registró un déficit de 4735 M/u$s, una cifra 35% superior al déficit del mismo período de 2016 (3505 M/u$s). El año 2016 había cerrado con déficit turístico cambiario acumulado récord de 8539 M/u$s. Y al ritmo actual en 2017 seguramente se superará esa cifra.
Los últimos datos publicados por el Indec confirman la sangría de divisas promovida en el sector turístico por el dólar barato: en enero-abril pasado las salidas de turistas argentinos por el Aeropuerto de Ezeiza y el Aeroparque Jorge Newbery fue de 1.320.200, una cifra 13,2% superior a la registrada en el mismo período de 2016. Los ingresos por ambas vías de turistas extranjeros, en cambio, fueron de 789.500 (+2,8%).
La política macroeconómica instrumentada por el equipo macrista no logró –o no quiso– resolver la apreciación del tipo de cambio real que venía de arrastre del último tramo del (des) gobierno kirchnerista. El resultado: los argentinos con mayores ingresos siguen aprovechando el dólar barato para viajar a otras naciones del mundo al tiempo que para los turistas extranjeros seguimos siendo un destino caro (a pesar de los extraordinarios activos turísticos culturales y naturales presentes en territorio argentino).
El turismo receptivo es un factor clave para desarrollar la cadena de valor de la agroindustria argentina, porque los visitantes extranjeros, además de aportar divisas, luego se convierten en embajadores de productos argentinos (como las empanadas de carne, el vino Malbec o el dulce de leche). Pero es casi imposible desarrollar esa actividad con un tipo de cambio real sobreapreciado.