El Indec oculta los datos de sembradoras importadas comercializadas en el mercado argentino
No sucede lo mismo en el caso de los tractores y cosechadoras.
El informe sobre maquinaria agrícola, publicado hoy por el Indec, oculta los datos relativos a la cantidad de sembradoras importadas comercializadas en lo que va del presente año en el mercado interno.
A diferencia de lo que ocurre con las cosechadoras y tractores, donde el informe oficial diferencia la procedencia de las diferentes unidades vendidas, en sembradoras no se identifica cuántos de los equipos vendidos son importados
Datos aduaneros muestran que en los primeros seis meses de 2017 se declararon importaciones argentinas de 77 sembradoras a un valor promedio de 131.605 dólares, de los cuales la mayor parte (56) corresponden a modelos John Deere provenientes de EE.UU. (los cuales ingresaron a un valor promedio de 168.874 dólares).
En el primer semestre de 2017 se vendieron en el mercado argentino 835 sembradoras, una cifra 29% y 87% superior a la registrada en el mismo período de 2016 y 2015 respectivamente. Sin embargo, las ventas aún no lograron superar las 1038 unidades comercializadas en enero-junio de 2013 (ver gráfico).
En el primer semestre de 2017 se vendieron en el mercado argentino 4139 tractores, una cifra 61% superior a la registrada en el mismo período de 2016 y la más elevada desde el último récord histórico (3521 unidades en enero-junio de 2008).
La mayor parte de las ventas de tractores –único vehículo que se puede emplear en todas las diferentes producciones agropecuarias existentes en las diversas regiones argentinas– correspondieron a equipos nacionales (3040 unidades versus 1099 importadas según datos oficiales informados hoy por el Indec).
En cuanto a las cosechadoras, las ventas en el primer semestre de este año sumaron 761 unidades (+65% que en el mismo período de 2016), la mayor parte de las cuales (433) correspondieron a equipos ensamblados en el territorio nacional.
En el primer semestre del año muchos empresarios agropecuarios evaluaron que se trataba de un momento oportuno para adquirir equipos durables debido a la sobreapreciación cambiaria, dado que, en los hechos, ese factor macroeconómico constituye una suerte de subsidio a la tecnología importada (la mayor parte de las piezas que integran los tractores “nacionales” provienen del exterior).