Qué cara que está la tasa vial: tres lecciones de lo que no debe hacerse
A propósito de los ajustes por inflación programados para 2019 en la provincia de Buenos Aires.
El ajuste por inflación de la tasa vial 2019 que aplicarán los municipios bonaerenses generó quejas por parte de empresarios agropecuarios en algunas jurisdicciones. Tal fenómeno fue reflejado por medios tanto locales como nacionales.
Primera lección. En términos de diseño presupuestario, actuar de manera reactiva es carÃsimo. Es indispensable –tal como vienen pregonando hace años los integrantes de la Fundación Barbechando– involucrarse de manera activa con los legisladores no sólo para estar al tanto en el minuto cero de su agenda de trabajo, sino también para conocer de cerca su pensamiento polÃtico.
Pero la gestión profesional –en cualquier ámbito, no sólo el legislativo– requiere, por cierto, recursos, los cuales no pueden depender de la buena voluntad. En Brasil ese problema lo han solucionado con aportes obligatorios para financiar la actividad gremial agropecuaria a nivel municipal, regional y nacional.
Segunda lección. El aspecto central de la tasa vial no es el precio, sino el servicio asociado al mismo. En algunos partidos bonaerenses se creó un mecanismo institucional por medio del cual la mayor parte de los fondos recaudados en concepto de tasa vial se destinan –precisamente– a mantener y mejorar la red vial rural de los municipios.
Un ejemplo es la Cooperativa Vial de Tandil –vigente desde 1997– la cual está integrada por un grupo de productores agropecuarios que diseñan un plan vial que debe ser aprobado por las autoridades municipales. Otro caso es la Comisión Vial Rural de Benito Juárez, que, en este caso, es un organismo municipal gestionado por representantes de productores, transportistas, acopiadores y consignatarios de hacienda, entre otros.
El éxito de tales iniciativas –más allá de cuál sea el modelo empleado– reside en el hecho de que los caminos rurales son gestionados por los usuarios de los mismos con recursos provenientes de sus propios bolsillos.
Invertir tiempo en intentar que la tasa vial sea la más baja posible es una batalla perdida de antemano por tres motivos: a) no garantiza que los caminos rurales sean mÃnimamente transitable cuando llueven dos gotas; b) requiere dar discusiones desgastantes de manera recurrente; y c) atenta contra la imagen sectorial.
SerÃa mucho más fructÃfero que las energÃas disponibles se empleen para crear comisiones o cooperativas viales locales o, mejor aún, para solicitar al Poder legislativo bonaerense que apruebe una ley que obligue a los municipios a crear instituciones para que los propios usuarios de los caminos rurales puedan destinar al menos el 70% de la recaudación total de la tasa vial al fin especÃfico para el cual fue creada.
Tercera lección. Las noticias que asocian al campo con la queja constante constituyen un clásico argentino que resta puntos al momento de conformar la construcción de la percepción colectiva del empresario agropecuario. Por lo tanto, todo lo que favorezca la eliminación de los motivos de quejas, permite, como contrapartida, mejorar la imagen sectorial.
Ezequiel Tambornini