Mate amargo: la renovación de la protección a los termos como metáfora de la falta de competitividad agroindustrial argentina
El drama de vivir en una economÃa cerrada.
El gobierno nacional acaba de renovar por cinco años más la aplicación de derechos antidumping aplicados a termos provenientes de China para proteger la rentabilidad de la empresa argentina Lumilagro.
Los termos que ingresen de la nación asiática con un valor FOB inferior a 3,82 dólares, tendrán que seguir abonando una diferencia entre ese precio mÃnimo de referencia y el valor declarado. Y luego tendrán que pagar un derecho de importación del 18% más IVA.
A pesar de todas esas barreras, los termos básicos provenientes de China se comercializan en el mercado argentino a un valor final de 450 a 550 pesos (10,7 a 13,0 dólares).
Esta noticia –entre las muchas otras protecciones vigentes a industrias no competitivas– es pésima para el sector agroindustrial argentino, porque la contrapartida de esa barrera es un muro equivalente en China instaurado para frenar el ingreso de algún producto en el cual Argentina sà es genuinamente competitiva.
En noviembre del año pasado el gobierno nacional festejó el primer envÃo de arándanos a China luego de que esa nación habilitara la importación del blueberry proveniente de la Argentina. Pero lo que no dijo es que la operación fue testimonial porque se hizo a pérdida.
La razón es muy simple: además del derecho de exportación de 4 pesos por cada dólar exportado que cobra el Estado argentino, los exportadores de arándanos deben abonar un arancel de importación del 30% para poder ingresar al mercado chino.
Muy diferente es el caso de Chile, un paÃs que, además de no aplicar retenciones, no tributa aranceles al momento de exportar arándanos a China gracias al Tratado de Libre Comercio (TLC) que ambas naciones tienen desde octubre de 2006.
La integración comercial con naciones complementarias –como es el caso de China– permite además que los consumidores accedan, por ejemplo, a un termo común por un valor equivalente a unos 6,0 dólares, evitando asà esquilmar los salarios de los trabajadores chilenos.
Pretender que podemos ser unos capos produciendo absolutamente todo es un ilusión tan destructiva como infantil. No sólo pierden los sectores competitivos y los consumidores. También lo hacen los desempleados. Porque la integración comercial promueve –en condiciones macroeconómicas estables– ingresos de capitales orientados a desarrollar industrias competitivas.
El coto de caza cerrado en el que se ha convertido la economÃa argentina de las últimas décadas es una fenomenal fábrica de pobres en la cual en nombre de los derechos adquiridos de algunos pocos se excluyen a muchos otros a la intemperie de las dádivas sociales y la pauperización moral.
La próxima vez que vayas a cebar un mate es muy probable que no vuelvas a mirar con los mismos ojos a tu termo amigo. Se puede hacer el bueno. Pero te está jodiendo.
Ezequiel Tambornini