Aviso para cavernÃcolas: restringir la exportación de carne implicará entrar en colisión con la polÃtica de seguridad alimentaria de China
Un riesgo geopolÃtico.
Si Alberto Fernández llegase a resultar electo presidente el próximo 27 de octubre, la pugna entre oposición y oficialismo se dará dentro del ámbito de su propio gobierno, dado que en el mismo convivirán cavernÃcolas que pretenderán replicar e incluso potenciar las polÃticas intervencionistas implementadas durante la gestión kirchnerista con peronistas que consideran que debe mantenerse al menos un marco mÃnimo de institucionalidad republicana.
Uno de los primeros objetivos de los cavernÃcolas será intervenir el mercado exportador de carne vacuna para destruir el valor de la hacienda pesada y las vacas gordas destinadas fundamentalmente a China. Los que integran la cadena de valor cárnica saben bien que eso no tiene sentido alguno en la actual coyuntura porque el mercado interno se abastece de hacienda liviana, cuyo precio, a diferencia de las categorÃas de exportación, está planchadÃsimo. Pero a los cavernÃcolas eso no les interesa porque piensan la polÃtica como una obra de teatro en el cual su público debe ver cómo los buenos vencen a los malos.
Se les podrÃa explicar que, en la actual coyuntura económica, en la cual muchas industrias manufactureras cierran, suspenden o despiden personal y tienen graves problemas financieros, los frigorÃficos habilitados para exportar carne bovina a China trabajan al 100% de su capacidad con lista de espera de operadores que desear faenar para concretar negocios. Se les podrÃa explicar cien veces. Pero no les interesarÃa porque tales datos no forman parte de su business plan.
Sin embargo, es bueno que sepan que, a diferencia de lo que ocurrÃa trece años atrás, cuando el entonces presidente Néstor Kirchner decidió cerrar el mercado de exportación de carne vacuna, en el actual escenario global una medida de esas caracterÃsticas implicarÃa generar un conflicto con una de las principales potencias mundiales.
China, la nación más poblada del planeta con un estimado de 1435 millones de habitantes a la fecha, no se autoabastece de alimentos y este año perdió una gran parte de su stock de cerdos por una enfermedad (fiebre porcina africana) que impactó de lleno en una de las principales fuentes propias de proteÃnas cárnicas.
Los dirigentes del gobierno central chino iniciaron –en el marco de bloqueos comerciales esporádicos o totales contra EE.UU. y Canadá a modo de represalia por la “guerra comercialâ€â€“ una carrera contra el tiempo para buscar de manera urgente sustituir el déficit interno de proteÃnas animales. No se trata de un lujo, sino de una cuestión de seguridad alimentaria, es decir, un problema de seguridad nacional. Traducido al criollo: algo con lo que no se jode.
Por tal motivo, una polÃtica que restrinja o interrumpa las exportaciones argentinas de proteÃnas cárnicas en la actual coyuntura entrará en colisión directa contra la soberanÃa alimentaria de una potencia que, además, puede ser la gran aliada –tanto en inversiones como en importaciones– del problema estructural que tiene la Argentina para generar las divisas necesarias para hacer funcionar la economÃa.
Luego de interrumpir el proceso de construcción de las represas santacruceñas, el presidente Mauricio Macri descubrió que el gobierno chino frenó la importación de aceite de soja y condicionó nuevas habilitaciones de ingreso de productos agroindustriales (problemas que cesaron cuando se reiniciaron las obras en la cual participa una corporación china).
Ya no existe un milÃmetro de margen para hacer enojar a los chinos, quienes suelen emplear castigos comerciales severos a los paÃses dÃscolos. Si quieren intentarlo, de todas maneras, adelante. Pero suerte con eso.
Ezequiel Tambornini