Argentina llegó a un acuerdo con acreedores internacionales para reestructurar su deuda soberana: qué implica para el sector privado
Anuncio oficial del gobierno argentino.
El gobierno argentino informó hoy martes que llegó a un acuerdo con los representantes del Grupo Ad Hoc de Bonistas Argentinos, el Comité de Acreedores de Argentina y el Grupo de Bonistas del Canje –entre otros tenedores de títulos argentinos– para reestructurar la deuda soberana del país ante la imposibilidad de hacer frente a los vencimientos en lo inmediato.
El acuerdo permitirá a las empresas argentinas con deuda dolarizada contar con un marco a partir del cual reestructurar vencimientos o bien conseguir nuevas fuentes de financiamiento, algo que, obviamente, no habría sido posible en caso de que el Estado nacional argentino hubiese caído en cesación de pagos (default).
Las empresas argentina afrontan vencimientos de títulos denominados en moneda extranjera por un monto superior a 16.000 millones de dólares, una cifra sustancialmente superior a las reservas líquidas de divisas en poder del Banco Central (BCRA).
Las grandes naciones del mundo –con EE.UU. a la cabeza– han volcando toneladas de efectivo al mercado internacional con el propósito de contener los graves perjuicios económicos ocasionados por el aislamiento obligatorio promovido para intentar evitar la propagación del Covid-19.
Adicionalmente, la tasa de interés interbancaria de referencia fijada por la Reserva Federal de EE.UU. se encuentra en un rango de 0,00% a 0,25% anual, el nivel más bajo determinado desde fines de 2008, cuando ocurrió la denominada “crisis financiera internacional”.

En tanto, los precios internacionales del oro están en un nivel récord con tendencia claramente alcista, lo que indica que existe temor a una pronta depreciación del dólar estadounidense.
Tales factores combinados obligan –casi de manera urgente– a los grandes administradores de fondos en el orden global a buscar alternativas de inversión para, en principio, proteger el valor de su capital.
En ese contexto, un default soberano habría impedido, tanto a los Estados como a las empresas argentinas, acceder a las enormes oportunidades presentes en la actual coyuntura financiera internacional, aunque el oxígeno brindado por el acuerdo –tal como sucedió en reiteradas ocasiones– se evaporará si el peso del Estado en la economía local se sigue incrementando en lugar de decrecer.